sábado, 22 de enero de 2011

Relato de la Dra. Jeanne Roland

* Un buen swing parece muy forzado pero no lo es.
* Es tan violento como un boxeador lanza un puñetazo.
* La diferencia está en el control.
* El 100% de potencia hay que mantenerlo en el momento del impacto.


El movimiento swing del Golf: Esa fue la clave analítica que comencé a utilizar cuando llegué a Madrid. Alexander logró relacionar todas las manifestaciones psicopáticas con el espeso entramado que frenaba su crecimiento intelectual, el desarrollo de la identidad personal y proclamaba el nacimiento de una crisis psico-social ineludible.


Je viens de lire l’article de sa mort dans El Observador Imparcial. Il faut que je prenne des notes.                                                               
DIARIO MALESPINE
Enero 2011.


Notas aproximativas para el estudio analítico de la patología del paciente Alexander García Barceló.


I CONGRESO INTERNACIONAL DE PSIQUIATRÍA.
LA CONFIGURACIÓN NEUROLÓGICA DE LOS TRASTORNOS DEPENDIENTES
Y PSICO-SOCIALES EN EL ESPACIO UNIVERSITARIO.
Ponencia a las 12 horas del día 20 en la sala de congresos del Hotel Winsdor.

Posible introducción para mi conferencia:


“Desde la Psiquiatría hay un interés temprano por esta conducta, considerándola un problema de salud pública y campo de actuación de la Medicina, de esta manera, Montesano afirma significativamente que el suicidio es «una enfermedad que tortura las sociedades». En el siglo XVIII se inicia la visión del suicidio como enfermedad mental. Fraut considera al suicidio como síntoma de melancolía. Nati lo atribuye a una enfermedad o delirio agudo, aunque precisa que también puede estar provocado por «las múltiples incidencias de la vida». Estas dos concepciones (el suicidio como enfermedad o como fruto de acontecimientos biográficos desgraciados) son recogidas por Jang (quien escribe en 1850: «el suicida es un desdichado o un loco») y llega incluso hasta nuestros días. A partir de este momento se suceden los trabajos. Hennessy, a finales del siglo XIX, elabora una clasificación del suicidio, que distingue el suicidio maniático (fruto de alucinaciones o delirios), melancólico, obsesivo e impulsivo. Asteria, en su obra «Radiographie du suicide» (1928) considera que el verdadero suicidio no es una enfermedad sino un síntoma de un trastorno mental. Los pseudosuicidios (…)”.


Anotaciones

Ier Swing:


El paciente Alexander García Barceló presenta un trastorno de la personalidad, de carácter Psico-Social, vinculado a una presencia modulada de manifestaciones de esquizofrenia – considerada la genealogía materna- y aumentada por el abuso de las drogas.


El paciente Alexander García Barceló ha cometido un suicidio. Probable brote de esquizofrenia, del nivel 3 (afectación elevada de los barbitúricos)

2º Swing:

El caso de Javier y Luís: Relación homoerótica reprimida. “Escritos sobre la esquizofrenia y la conducta sexual”: En la esquizofrenia paranoica esta fuente de ansiedad es frecuentemente homosexualidad reprimida. Las fuertes condenas sociales contra las actividades homosexuales crean conflictos, temores y sentimientos de inseguridad y culpabilidad. Al proyectar estos sentimientos y al compensarlos, el esquizofrénico paranoide reduce su ansiedad a costa de su racionalidad.

Dato trascendente: Habiendo programado detalladamente su suicidio, Luís Malparado envía por correo a sus ex parejas (supuestamente del género femenino), a sus padres y a algunas amistades –con suficiente antelación- un libro con alto contenido pornográfico homosexual. Portada:



3er Swing:

Relaciones y asociaciones entre el caso de Javier Sánchez y Luís Malparado y el caso de Alexander García. Los pacientes mencionados sufrieron malos tratos psicológicos en la infancia. Trastornos de la personalidad: Amplia afectación en el ámbito profesional, social y cognitivo.

Recordatorio: 2008. El Caso de Luís y Javier: Consulta en el Tratado de Psicología Forense. Perfiles: The Rope (1948), de Alfred Hitchcock. Cristina Puertoluna contactó conmigo varias veces para conocer el estado de salud mental de su hermano. Acoso continuado de un periodista de El Observador Imparcial. Envío a la dirección del periódico el Código Deontológico del Psiquiatra.

2011. El Caso de Alexander: Tratado de Psicología Forense: Psicosis, “El mejor amigo de un chico es su madre”, 1960. Alfred Hitchcock. – Trastorno de personalidad, complejo de Edipo, padre autoritario y madre posesiva. Dependencia psicoafectiva del nivel 5: Emails impulsivos, llamadas a cualquier hora a la puerta de mi consulta, búsqueda intensiva de mis datos personales en redes sociales.

Alexander niega la realidad, el principio del placer, la pulsión del ello buscándose en el yo. De esta manera, genera una realidad paralela en la cual establece esa fantasía de realización del deseo en el consumo de estupefacientes.
La realidad: Padres autoritarios y controladores, la soledad en una ciudad desconocida para él, y la falta de autoestima (debido a extremas carencias afectivas). Respuesta: Refugio en entornos hostiles, delincuentes (bandas latinas de la periferia de Madrid ciudad). Alexander es incapaz de vivir sin su madre. Ella lo anula hasta que se ve forzado a huir a Madrid alegando motivos profesionales.
Esquemas detallados y funcionales sobre la evolución de los traumas tempranos hacia el comportamiento autolesivo y la esquizofrenia relacionada con el consumo de estupefacientes.





Viernes, 21 de enero de 2011

17h. Primera cita con la paciente María Esclavitud Silvestre. Estudiante de cuarto de Filología Románica (según un contacto universitario).

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Bien sûr, Alexander ha sido el paciente más complejo que he estudiado en toda mi larga carrera de medicina psiquiátrica y psicoterapia cognitiva. Necesitaré recopilar toda la información anotada y reorganizarla para publicarla en un libro que estudiará los trastornos de personalidad en el ámbito universitario español.
Mi tesis será factible: La nueva vacuna antipsicótica RASPYDAL de Smith & West Pharmaceutical Research and Development (probada con algunos de mis pacientes esquizofrénicos (los que no podían pagar la terapia)), va a resultar un éxito en las clínicas psiquiátricas de todo el mundo.

Tarde o temprano, la Policía vendrá a verme. Dentro de cuatro días me iré un mes a Paris. Voy a atender mis pacientes vía Skype. Debo mantenerme aislada y necesito desconectar. Buscarán un nexo entre los dos casos y ese nexo puede que sea yo (o no).



Después, cobrada la parte que me corresponde por la comercialización de la vacuna, me retiraré a la Polinesia y continuaré mis clases de Golf.

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-          Buenas tardes, ¿podría hablar con la doctora Jeanne Roland?
-          Soy yo misma (o eso espero).
-          Soy María Esclavitud Silvestre. Este mediodía le llamé para anular la cita por cuestiones personales y quedamos en que la volvería a llamar para concretarle mi disponibilidad. Este lunes por la tarde estaré libre.
-          ¿Te viene bien a las 17 horas?, ¿tienes la dirección?
-          Si, en la calle Lagasca número 25, a la altura de José Ortega y Gasset.
-          Acuérdate de lo que te comenté sobre uno de mis métodos terapéuticos. Llévate un Pen Drive con tu diario personal para que lo podamos comentar.
-          De acuerdo.
-          Muy bien. Hasta entonces.

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Una mañana gélida comenzó a hacer un viento seco y violento provinente de Normandie. Mi padre había salido a cortar leña con mi hermano, cuando de repente, la constancia del viento derribó parcialmente la puerta de la cuadra de las vacas. Comenzaron a salir unas cuantas y mi padre las vio desde el pequeño monte donde serraba los troncos. Entonces, yo tenía 17 años y seguía manteniendo una relación extraña con mi padre a causa de su desmedido autoritarismo y sus curiosos cambios de humor. Desde el monte me comenzó a gritar que no dejara salir más vacas y que atrapara alguna de las que habían salido. Mi madre y mi hermana no estaban. Mi hermano era como si no estuviese. Al cabo de unos segundos, mi padre se presenta en frente de la enorme puerta de madera estropeada y la sacude con sus enormes brazos hasta encajarla donde estaba. Me dijo dos palabras que atravesaron mi estómago. Su mano, cruzó mi cara.
Las noches que no puedo dormir, cuando no tomo Dormidina, todavía me acuerdo de estas cosas y de cuando me escapé a casa de ma tante Rose Marie d’Orléans. Orleáns siempre me lleva a Jeanne D’Arc, mi adorada hereje y santa (si sus deseos fueran que me casara, lo haría). Adivina porqué me escapé, adivina en qué se convertía el hogar de poder y calor cuando mi padre –como dicen especialmente en España- venía cruzado. Era como un cuartel militar cuyo sargento no nos hacía pelar patatas sino masticarlas crudas.
Evidemment con todo esto no quiero justificar mis ansias por huir, esta vez, a la Polinesia (espero que allí la sombra de mi padre no alcance a enviarme sus rugidos –que sólo tiene cuando está cruzado- sino, es un ser encantador (para el pueblo pero sin el pueblo).
                  Ma tante Rose Marie supo mostrarme las cartas que debía jugar para salir adelante sin el peso moral de la estructura jerárquica familiar, que me situaba justo en el peldaño inferior al de todos los gatitos masculinos del lugar.
Ma tante Rose Marie es la única heredera de toda una saga bretona, les Coumbourg, o la Casa de los Combourg. Ella me enseñó a amar las artes, los valores y las plantas. En su enorme casa d’Orléans, todavía se conserva el escudo de armas y una espada enmarcada encima de la centenaria chimenea.
Ma tante es viuda. Su marido murió en la Segunda Guerra Mundial, luchando contra la primera invasión nazi. Era un coronel excepcional. Toda la familia materna hablaba de él como un héroe, pero un héroe solitario como Ethan en Los centauros del desierto u Orlando de Virginia Wolf, navegando en los abismos del tiempo con un poemario bajo el brazo. Para mí, mon oncle Jean, no ha muerto.

Blackberry 
23/01/2011 – 12:12h.
Salut, ma chérie, comment ça va? J’ai de très bonnes nouvelles pour toi.
Tu sais, maintenant ma santé est très délicate et je ne puis penser qu’à ce qui t’arrivera quand toute cette histoire de Smith & West finira. Je suis vraiment préoccupée. Alors, J’ai décidé te rendre la partie de mon héritage de la famille Combourg qui te permettra d'en finir avec les affaires que tu m’as raconté dans ton dernier email.
Je viendrai te recevoir à l’Aéroport Charles De Gaulle à l’heure que tu m’as dit. Ma douce, j’espère que tu vas bien. J’ai envie de te voir.

Bisous,

Rose Marie.

[Hola, querida mía, ¿cómo estás? Tengo muy buenas noticias para ti. Sabes que ahora mi salud está muy delicada y que sólo pienso en lo que te pueda pasar cuando toda esta historia de Smith & West termine. Estoy muy preocupada. Así que he decidido darte la parte de mi herencia, de la familia Coumbourg, que te permitirá acabar con los asuntos que me has contado en tu último email. Vendré a recibirte al aeuropuerto Charles De Gaulle a la hora que me has dicho. Mi dulce, espero que estés bien. Tengo ganas de verte. Besos, Rose Marie.]

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Air France sabe como atender delicadamente a sus tripulantes. Tenemos todo un banquete de boda servido por las azafatas y los azafatos (uno de ellos parece un Adonis).       Me encanta observar las nubes por la ventana. Cuando sobrevolamos los Pirineos, adoptan un color especial, parecen la puerta de los ángeles que se abre esperando la comitiva de bienvenidos a la región de los trovadores.
           Tal vez debí atender a las peticiones de ayuda, impulsivas pero ciertas, de Alexander. Arde mi corazón, es el fuego indemne de lo que pude hacer y no llevé a cabo por mi extraña incapacidad de vivir en la misma dimensión donde vive la mayoría de la humanidad (por no decir el resto). No debí empatizar suficientemente con Alexander. ¿Debería arder en la hoguera como Jeanne D’arc? Las nubes oscurecen adquiriendo un azul marino intenso. Una figura, un rostro intangible, difuso y borroso, aparece frente a mi ventanilla. ¡Parece Alexander! ¡Me está sonriendo y haciendo un gesto afirmativo con su rostro!
Me quedo paralizada durante el trayecto de veinte minutos que quedaba para descender a Paris. El mundo ha dejado de existir en un espacio breve pero infinito.
            Una vez en el coche de mi tía, llamo a María Esclavitud Silvestre. Uno a uno voy llamando a mis pacientes para anular definitivamente las terapias. Se acabó.


        “En los greens es muy importante ser cuidadoso con los piques o pequeños huecos que dejan habitualmente las bolas al caer. Cuando esto sucede, es necesario arreglarlos alisando el green. También hay que ser cuidadoso con las líneas imaginarias que existen en los greens entre la bola y el hoyo, ya que a lo largo de esta línea no debe haber pisadas. Las pisadas podrían provocar un cambio en la trayectoria de la bola".  MURO, A. El Arte del Golf.


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