domingo, 16 de enero de 2011

Primera crónica de Arsenio Cañizares en "El Observador Imparcial"

Hallado muerto un joven en la universidad Complutense de Madrid
·         El cadáver presentaba signos de violencia y tatuajes que lo vincularían a bandas latinas
·         La policía investiga cómo pudo llegar hasta el patio interior donde fue encontrado
Un joven de unos 25 años de edad fue hallado muerto ayer por la mañana en un edificio auxiliar de la facultad de Filología, en la universidad Complutense de Madrid. El cadáver, que presentaba  múltiples tatuajes se trataría presuntamente del estudiante portorriqueño A.G.B. aunque este extremo aún no ha sido confirmado. La policía se encuentra perpleja por la ubicación del cadáver que fue encontrado en un patio interior cerrado del edificio, conocido como el “D” e investiga su posible vinculación con bandas latinas. El juez personado en el lugar de los hechos decretó el secreto del sumario al mediodía de ayer, sin que desde entonces haya trascendido más información oficial.
Según testigos presenciales, el cadáver fue hallado hacia las siete de la mañana por una de las empleadas  de limpieza de la facultad, quien es normalmente la primera persona en acceder a la zona . Se da la circunstancia de que la facultad permaneció cerrada desde el viernes pasado hasta ayer jueves debido al “puente de la Constitución”, lo que arroja muchas dudas respecto a cómo y cuándo pudo llegar la víctima hasta este patio.
La policía acudió a la zona hacia las ocho treinta de la mañana cuando alrededor de las dependencias ya se iban congregando profesores, personal administrativo y auxiliar, y estudiantes, quienes se mostraron sorprendidos y consternados por la noticia. Para una primera identificación del cadáver la policía contó con la ayuda de los profesores, varios de los cuales constataron que se trataba de A.G.B., estudiante portorriqueño de unos 25 años, y ayudaron a la policía a localizar a algunos compañeros suyos que se encontraban presentes.
Varios de los estudiantes declararon a este periodista que el joven fallecido era “bastante popular” en la facultad, donde casi todos le conocían al menos de vista, puesto que, con sus casi dos metros de estatura y su cabeza rapada no pasaba inadvertido. Por otro lado, la presunta víctima presentaba múltiples tatuajes que también llamaban la atención a sus compañeros, en particular un corazón sangriento que lucía en la parte superior de la nuca, y que ha hecho sospechar a la policía de su posible relación con bandas. Algunos amigos más íntimos informaron que  en los últimos meses A.G.B. había experimentado cierto cambio de humor, volviéndose más taciturno y agresivo, y abandonando su carácter alegre y expansivo, propio de su naturaleza caribeña.
Fuentes de la embajada de Estados Unidos en Madrid contactadas por este diario no han confirmado la identidad del fallecido, aunque es probable que se hayan puesto en contacto con posibles familiares de la víctima, quienes, siempre según estudiantes, residirían en Puerto Rico. El estudiante fallecido al parecer vivía sólo en Madrid, en un apartamento alquilado en la zona universitaria. La embajada de Estados Unidos no quiso vincular la aparición de este cadáver a otros casos de violencia pandillera entre latinoamericanos ocurridos recientemente en la capital, y se remitió al secreto del sumario.

RECUADRO
El edifico D es una construcción moderna  del año 2006 donde decenas de profesores de la facultad de Filología tienen sus despachos y donde también se imparten algunas clases de máster y postgrado. El edificio tiene tres plantas útiles (bajo y dos pisos) y dos sótanos que permanecen  sin servicio hasta la fecha y que están diseñados como salón de actos y biblioteca.  El edificio se divide en dos alas de estructura simétrica (ver infografía). Cada ala cuenta con un patio interior de planta rectangular, acristalado desde el piso bajo hasta el techo, y otro patio interior central a nivel del segundo piso. Van a dar a estos patios acristalados, escaleras y pasillos cuyas ventanas no se pueden abrir, y los despachos privados de profesores -17 despachos en la segunda planta en el lado oeste y seis despachos en la primera planta en el lado este- cuyas ventanas sí pueden abrirse. En circunstancias normales sólo puede accederse al patio interior por la puerta a nivel del piso bajo cuya llave guarda el bedel del recinto y que estaba cerrada cuando el joven fue descubierto. Esto unido a los signos externos del cadáver indicaría que presuntamente éste pudo ser arrojado desde uno de los despachos.
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Cuando Arsenio Cañizares mandó, no sin esfuerzo, su primera crónica del caso al periódico desde su Ipad, y terminó de dar las instrucciones a los de infografía para la ilustración del recuadro, decidió darse una vueltecita por el interior del edificio siguiendo su olfato de sabueso. Los muchachos de la Brigada ya habían abandonado la escena, los testigos locuaces ya no daban más de sí  y Cañizares se dispuso a investigar por su cuenta donde la experiencia le indicaba que estaban las mejores fuentes. El bar, que a esa hora normalmente bullía al ritmo de la máquina de café y el entrechocar de platos, estaba medio vacío a causa de la interrupción de clases esta mañana. Esos vagos –pensó- habían aprovechado para tomarse el día libre. Pero no se arredró ante la falta de informantes y se dirigió disimuladamente a un camarero joven que pegaba la hebra con una chavalita cuya oreja derecha estaba decorada con una hilera de clavos. Arsenio no dejó de percatarse de la mejor disposición para la charla del otro camarero, un hombre de unos 60 años, que en ese momento intentaba meter baza en la conversación que mantenían varios profesores, pero su instinto le advirtió que los jóvenes tendrían más posibilidades de conocer al muerto. Así que se acodó en la barra cerca de la chica, quien instintivamente se alejó medio metro, y pidió un carajillo.
-          Menudo día, vaya follón habréis tenido con los maderos toda la mañana dando el cante, dijo a modo de introducción.
-          Pues sí –respondió el camarero- No han dejado de dar la vara con preguntas. Encima el jefe ha decidido que esto estaba muy tranquilo y se ha pirado a la una.
-          Es lo que tienen los jefes, mucha jeta. A mí, ya me ves, aquí todavía trabajando y eso que ya no hay nada que rascar. Y lo mismo, él en la redacción, calentito y viendo la tele, que es lo único que sabe hacer.
-          ¿Es usted periodista?, preguntó el camarero-.
-          Arsenio Cañizares, redactor de sucesos de “El Observador Imparcial”, para servirte. Y hablando de servir, anda ponte otro carajjillo, que no consigo entrar en calor.  ¿Tú quieres algo,  guapa? le preguntó a la de las chinchetas como si la conociera de toda la vida.
-          No gracias, ya me iba. Chao Pascual, nos vemos mañana, dijo ella, y se alejó  evitando mirar al camarero y al propio Arsenio.
-          Adiós, -respondió Cañizares sin que nadie le diera vela-.                                                          Chico, no te pongas así, que vuelve mañana, bromeó para hacerse el simpático, provocando una inmediata ola de odio en Pascual.-
-          Son 6 euros, cuando pueda, -cortó el joven-.
Gracias a su experiencia en el trato con toda clase de calaña, Cañizares captaba bien los sutiles cambios de humor de sus semejantes, y pronto aceptó que había agotado esta vía de penetración. De un rápido vistazo recorrió el paisaje de la cafetería, que se estaba animando con la llegada de nuevos parroquianos. Un grupo de adultos con cierto ataque de ansiedad colectiva escuchaba el relato de uno de los profesores, un hombre mayor, se diría la borde de la jubilación, que Arsenio había visto pulular toda la mañana alrededor de la gente de la Brigada y los testigos, buscando la manera de hacerse él útil con la evidente  intención de enterarse de todo. En una mesa observó a unos cuantos jóvenes bastante normales –pelo corto –ellos-, largo –ellas-, mochilas, libros- que formaban un corro bastante parecido al de los profesores. Otras mesas congregaban a jóvenes aficionados a la automutilación del cuerpo y a la ropa de color negro, y en otras se reunían barbudos de pelo largo con chavalitas envueltas en palestinas. Pero fue en la esquina más alejada donde encontró Arsenio el filón que andaba buscando. Una pareja…

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